lunes, 2 de agosto de 2010

Mejor hablar de ciertas cosas

Carlos del Frade.
Entrevista publicada el domingo 18 de julio de 2010 en el suplemento Rastros del diario La Opinión - Rafaela.

Convocado por el espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo, el periodista y escritor rosarino Carlos del Frade estuvo en nuestra ciudad brindando una charla en la que analizó el manto de impunidad que hoy sigue cubriendo a buena parte de los responsables de los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura en la provincia de Santa Fe.


A casi cuatro meses del crimen que sacudió a Rafaela, una gran parte de la ciudadanía continúa sin saber quién fue realmente Silvia Suppo, qué tipo de militancia social y política ejerció en nuestra ciudad durante la primera mitad de los años '70, en qué lugares y junto a qué compañeros, ni las circunstancias puntuales de su detención clandestina. La mayoría también desconoce quiénes fueron los responsables locales y provinciales de su calvario hecho de torturas, atropellos y un silencio prolongado hasta bien entrados los años de la democracia. Incluso pocos conocen que su hermano, Hugo Suppo, también fue secuestrado, torturado y que salvó su vida milagrosamente, gracias a una fuga al exterior poco menos que inverosímil. Además de estas historias, que en Rafaela nadie ha escrito todavía ni desde un discurso testimonial ni desde un registro literario, existen muchas otras que dan cuenta del accionar represivo que hubo en la ciudad. Vale decir, Rafaela tampoco fue una isla durante aquellos años: tenemos a “nuestros” desaparecidos, sobre los que sabemos muy poco, para atestiguarlo. Y en este caso, decir “tenemos” significa toparse de lleno con la falta.

Mientras algunos sectores de la sociedad todavía discuten si se trató de un crimen político o si respondió a un hecho vinculado con ese gran fantasma denominado “inseguridad”, desde algunas entidades y agrupaciones se han movilizado decenas de personas para formar el espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo. Integrado por familiares y compañeros de los hijos de Silvia Suppo, Enredadera Grupo de mujeres y feministas, Centro Cultural y Social Estación Esperanza, La casona de los pibes, Centro Testimonio Rafaela, Movidero, y el Programa de Promotores Territoriales del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, dicho espacio ha venido convocando abiertamente a la ciudadanía para sumarse a las distintas actividades realizadas en el marco del pedido por una investigación responsable y exhaustiva. La última actividad, realizada en la Biblioteca Sarmiento, fue la charla debate titulada “Impunidades y esperanzas. Derechos humanos y justicia en la provincia de Santa Fe”, que estuvo a cargo del periodista e investigador rosarino Carlos Del Frade.

Autor de numerosos libros de análisis e investigación periodística, Del Frade es conferencista y docente sobre historia regional y nacional, y una voz autorizada en estos temas. En la charla, el periodista y escritor describió el funcionamiento del aparato represivo en la provincia de Santa Fe durante los años de la dictadura, y habló de las consecuencias que sigue acarreando aún en democracia con el manto de impunidad e hipocresía que continúa hasta la actualidad. Además, afirmó que el crimen de Silvia Suppo es político porque sus consecuencias son políticas. “Como todo crimen, debe medirse por las consecuencias que genera. Y las consecuencias que genera el asesinato de Silvia Suppo son netamente políticas. Por eso, el asesinato de Silvia Suppo es un crimen político. Acá hay que preguntarse ¿quién se beneficia con esta muerte? Y los beneficiados son los responsables del sistema de complicidades e impunidad que se sostiene hasta nuestros días”, dijo el intelectual.

En esta entrevista con Rastros, Del Frade profundizó en los alcances de su rol como escritor y periodista, y reflexionó sobre el silencio y el vacío discursivo que hay en Rafaela con respecto a lo ocurrido durante la dictadura militar.



En una parte de la charla hablaste sobre “un silencio especial y llamativo” que hay en Rafaela con respecto a las historias de militantes desaparecidos. ¿Cómo se diferencia de los silencios que existen en otras ciudades?

En lo personal, tengo la sensación de que en esta ciudad hay un silencio instruido por una historia oficial, que hace pensar que acá no pasó nada. Desde hace quince años vengo a Rafaela por diversos motivos y siempre me encuentro con dificultades muy grandes a la hora de investigar. Justamente ahora estoy escribiendo la historia política de los diecinueve Departamentos de Santa Fe y hace un par de años vine al museo de la ciudad. Me dieron fascículos que se hicieron en el aniversario de Rafaela, pero llegaban hasta un determinado momento que es la década del '50. Parece que no hay demasiada información después de 1950. Por ejemplo, no encontré datos sobre el paso de Monseñor Zazpe por la ciudad, ni sobre la iglesia de Brasca, ni sobre el movimiento obrero de Rafaela en los años '70. Me he llegado a preguntar en serio sobre esa negación de producir algo. Esa idea de que acá no pasa nada o no pasó nada, salvo aquello que esté institucionalmente permitido contar, me llama mucho la atención. Me ha tocado estar en otras ciudades de características parecidas, como es el caso de Reconquista y Venado Tuerto, pero allí hay producción histórica reciente. ¿Por qué en Rafaela no? Quizás los investigadores piensen que después de la década del '50 no es historia todavía, y me parece erróneo pensar la historia de esa manera. Así que desde el periodismo es una obligación pensar desde la historia reciente. Me parece que la ciudad se merece un libro, o una investigación, o un documental fílmico que pueda narrar exhaustivamente lo ocurrido en la historia reciente. No importa tanto el soporte, lo importante es que se lleve adelante.



¿Cuál es el lugar que ocupan los periodistas e intelectuales en la sociedad actual? ¿Y cuál creés que debería ser?

A mí me parece que el intelectual tiene que ser crítico en su postura, siempre. Está bien que cada uno adhiera políticamente a alguna administración o partido político, si tiene ganas de hacerlo, pero si se olvida de ser crítico ya está ocupando otro lugar. El periodismo es decir aquello que alguien no quiere que se diga, el resto es propaganda. A partir de esa premisa siempre está presente la cuestión crítica. Podemos adherir políticamente a lo que creamos conveniente, pero sin dejar de lado esa cuestión crítica. Un ejemplo claro y brillante en este sentido es el de Rodolfo Walsh, que adhirió personalmente a Montoneros pero a su vez les hizo una crítica furiosa en cosas con las que él disentía. Entre paréntesis, creo que Walsh es un referente porque sobre todas las cosas tenía ganas de vivir, y me parece que sería interesante hacer toda la historia de él y no como se la cuenta ahora.

Volviendo al tema, creo que así de cuestionadora me parece que debería ser la función del periodista y del intelectual, incluso de aquello en lo que milita políticamente. Porque si su espíritu crítico se cae ¿qué aportes le podemos hacer a la sociedad?



Hablando de Rodolfo Walsh, que fue un emblema del periodismo comprometido y su uso del lenguaje fue tan preciso que lo llevó a indagar en el “Non Fiction” incluso antes de que Truman Capote lo registrara, ¿qué te preguntás a la hora de sentarte a escribir?

Me propongo ser lo más claro, lo más simple y lo más directo posible. Intento hacer la mayor economía de palabras, como también decía Rodolfo Walsh. Al mismo tiempo intento compartir los mayores elementos con la gente para que saquen una conclusión distinta a la mía, desde mi lugar de escritor de investigaciones periodísticas.



¿Nunca abordaste la ficción literaria?

Es muy poco lo que escribí y jamás publiqué. Pero por mis experiencias de aproximación a la literatura, que fueron casi todas funestas, te digo que el tipo de literatura que intento hacer es una literatura simple, directa, que le llegue a la gente con efectividad y contundencia. Como escritor, a mí me gusta mucho Osvaldo Soriano, es mi gran referente. Me parece que él ha sido el cultor de esa simpleza a la que siempre es tan difícil llegar. También rescato permanentemente al “Negro” Fontanarrosa, que ha cultivado mejor que nadie esa simpleza y esa frescura del lenguaje a la hora de escribir relatos. Fontanarrosa supo colocar la profundidad de la lengua española en una medida más abarcativa y cercana al hombre de la calle, reflejando a través de algo tan coloquial y cotidiano como el diálogo la enorme riqueza de matices de nuestro idioma. Estos son mis principales maestros literarios, mi deseo más recóndito es poder acercarme siquiera a varios kilómetros de ellos en cuanto a calidad. De todos modos, mi idea con respecto al lenguaje literario es ser simple, directo y que lo entienda la mayor cantidad de gente posible. Por eso, entiendo que el periodismo es una herramienta fundamental.





Por Santiago Alassia, Alejandro Menardi.-

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